Las mamparas, barreras y separadores de cristal acrílico son hoy una solución muy extendida entre las empresas e instituciones públicas para maximizar la seguridad de clientes y empleados y prevenir la propagación del SARS-CoV-2. Pero además, estos productos tienen aplicaciones adicionales; por ejemplo, para establecer una división entre las mesas de un restaurante o delimitar el espacio destinado a los comensales con ayuda de separadores de terrazas de cristal.
Por lo general, estos accesorios se fabrican en cristal acrílico o plexiglass, muy utilizado en negocios y comercios antes del inicio de la crisis sanitaria. Por entonces, en terrazas de bares y restaurantes a pie de calle, los separadores ayudaban a separar las mesas permitiendo el paso de la luz. Asimismo, en casos en que el tráfico rodado o los viandantes circulaban a pocos metros, estos separadores de cristal actuaban como líneas divisorias entre la zona de comensales y el resto de la vía pública.
Gracias a su transparencia y grado de personalización, las barreras y separadores de cristal permiten aislar espacios interiores sin necesidad de compartimentar la estancia por medio de tabiques o biombos. Este último beneficio, en cuanto a sus utilidades, trasciende los límites de la hostelería, demostrando ser muy práctico en entornos empresariales, escolares, etcétera.
Desde el Año de la Pandemia, los separadores de cristal y otros productos similares han recibido una nueva aplicación: actúa como barrera para las partículas víricas que se transmiten a través de la respiración y la saliva. En otras palabras, frenar la propagación de enfermedades como el Covid-19.
A diferencia de otras soluciones, el plexiglass carece de porosidades que puedan convertirse en un refugio para los virus. Su superficie lisa y uniforme facilita la desinfección por medio de geles hidroalcohólicos y otras soluciones. Así pues, no sorprende que el cristal acrílico haya duplicado su demanda desde el comienzo de la pandemia.