Estos tiempos oscuros están provocando diversos cambios en los hábitos de las personas. Entre otros, pasamos más tiempo en casa y eso hace que prestemos más atención a todo lo relacionado con el hogar. Y es que, para muchos de nosotros, casa no hay más que una. Como si fuera una madre de ladrillo, hormigón y vidrio, el hogar siempre estará ahí para protegernos y darnos cobijo. En mi caso, esta singular situación me ha servido para ‘estrechar’ aún más mi relación con la casa.
Cuando hace unos años nos decidimos a comprar casa rechazamos la obra nueva, no solo por no estar al alcance de nuestras posibilidades en la zona en la que queríamos vivir, sino porque aspirábamos a que el interior de la casa estuviera exactamente a nuestro gusto: y eso solo se puede hacer comprando una casa para reformar.
Por supuesto, reformar también tiene sus hándicaps. Hay que estar preparado para imprevistos y unos plazos de tiempo que, a menudo, no son lo que esperábamos. En nuestro caso, decidimos apostar por estudio boffi para la reforma de la cocina y del baño porque teníamos muy buenas referencias de ellos. Teníamos muy claro la línea que queríamos seguir en la reforma, sobre todo en el caso de la cocina, un espacio fundamental para mi familia y para mí.
Habíamos visto algunas casas con concepto abierto, conectando el salón y la cocina y era algo así lo que buscábamos. La casa que compramos era todo lo contrario. Tenía muchos metros cuadrados lo que aumenta las posibilidades, pero había que tirar unos cuantos tabiques para conseguir ese espacio abierto que nos gustaba.
Como decíamos, una reforma de gran calado en una casa no es asunto sencillo, sobre todo si tenemos prisa por entrar a vivir. El común de los mortales no tiene más de una casa por lo que es normal tener ‘prisa’. Otra opción es ir haciendo la obra poco a poco, pero nosotros preferimos hacerla toda de golpe para quitarlo de en medio mientras apurábamos el contrato de alquiler en otra casa. Estudio boffi cumplió finalmente sin retrasos y la cocina y el salón quedaron tal y como habíamos soñado. Y ahora, pasar tiempo en casa, aunque sea obligado, es un placer.