Conozco demasiadas personas que dicen eso de “no me arrepiento de nada de lo que hecho”. Algunos de ellos se refieren (creo) a que no se arrepienten porque no sirve de nada, ya que nadie hasta ahora ha sido capaz de viajar atrás en el tiempo para cambiar el pasado. Pero hay otros que realmente no se arrepienten de nada. ¿Cómo es posible?
Admiro esa capacidad que tienen esas personas para convertir los errores en aciertos, convertir el mal en bien y, en definitiva, cambiar la perspectiva de cualquier cosa para justificar sus actos a posteriori. Yo me arrepiento de muchas cosas, ahora que, con los años, yo también tengo más perspectiva. Me arrepiento de haberme comportado como un egoísta. Y tardé mucho en darme cuenta de que lo era. Supongo que hay personas que no se dan cuenta nunca.
Todo empezó con la idea de colaborar fundacion cancer como empresa solidaria Madrid que tuvo la compañía para la que trabajo. Se desarrolló un evento en la oficina para concienciar sobre el cáncer de mama al que asistí a regañadientes. Bastantes problemas tengo yo en la oficina como para meterme en este berenjenal, pensé. Pero casi que nos obligaron.
Por la oficina pasaron una serie de mujeres que habían padecido cáncer. Al principio ni las escuché, pero poco a poco fui prestando atención hasta que se me olvidó que aquello era mi oficina y tenía mil cosas pendientes por acabar. Nunca había pensado de esa forma sobre la enfermedad. Siempre pensé que a mí no me iba a tocar, o ni siquiera pensaba demasiado en ello. Mientras no me toque no es asunto mío, pensaba.
Pero esa es una forma muy egoísta de pensar y me arrepiento de no haber hecho algo antes. Al colaborar fundacion cancer como empresa solidaria Madrid pude conocer a miembros de dicha fundación que me recomendaron contribuir como voluntario en los muchos eventos que desarrollan a lo largo del año. Ahora soy voluntario y pienso en algo más que en informes y proyectos: pienso en vidas y en personas. Y, por fin, estoy realmente satisfecho conmigo mismo.