Mi plan nutricional 


A veces tengo la sensación de que llevo toda una vida intentando adelgazar. En ocasiones he tenido éxito y, en otras, un poco menos. Pero siempre he estado más o menos alerta con lo que como. Soy de esas personas que tiene “tendencia a engordar”. Se trata de un eufemismo que usamos para decir que nos gusta la buena mesa, nos gusta comer. Y cuando a uno le gusta comer, la báscula responde.

Pero llega un momento en la vida que uno se cansa un poco de luchar. Por eso, durante el último año me planteé hacer una dieta real y efectiva: nada de bromas. Se trataba de perder peso real para, después, hacer un cambio más progresivo pero también más profundo. Voy a acudir a primero a un nutricionista para que me ayude a afrontar este cambio de hábitos en mi vida.

Necesito información y tutela de un profesional. Necesito que se me explique en cuantos grupos se dividen los alimentos, qué debo comer y qué no, y cómo debería ser un menú semanal adecuado. Sí, en internet hay mucha información, pero también hay mucho humo. No me fío de la red y no me fío de mí mismo interpretando la red. Además, todo el mundo cree saber lo que hay que hacer para comer mejor pero la obesidad sigue existiendo. Si fuera tan fácil, no habría tanto sobrepeso, ¿no?

De cualquier forma, debo admitir que mi plan no ha sido del todo ortodoxo. En vez de acudir a un profesional para que me ayudara a perder peso, voy a acudir una vez que lo he perdido. ¿Por qué ahora? Porque no veía sencillo perder peso siguiendo un plan externo impuesto por otra persona, por muy saludable que fuera. Precisamente por ello, en realidad. Sé lo que me iba a decir, más o menos, y no lo iba a poder hacer. Una cosa es que me diga en cuantos grupos se dividen los alimentos y otra que no me deje probar el chocolate o me quite el pan. No, por ahí no paso. Ahora que ya he perdido peso y estoy más tranquilo (y ligero) ya estoy preparado para nuevos esfuerzos.