Los estudios de cribado


Mi hermano es un hipocondríaco de tomo y lomo. Cuando yo era pequeño ya notaba algunas cosas raras a la hora de comportarse. Insistía en que no tocase esto o aquello porque me podía “contagiar”… fue uno de los primeros verbos complicados que aprendí. Ahora que los dos somos mayores, le entiendo mucho mejor: es bastante temeroso con las enfermedades y le compadezco.

Aunque desde hace unos años ha tomado conciencia de su problema (el reconoce que es un hipocondriaco), no lo ha logrado superar. Ya no tiene miedo a tocar los pomos de las puertas que no sean de su casa, pero sigue temiendo al cáncer. Bueno, todos lo tememos, pero él más.

Hace unos meses me comentó que, cada cierto tiempo, hacía estudios de cribado. Yo no tenía ni idea, pero me explicó que son una serie de pruebas que se hacen a personas sanas aunque no presenten síntomas de tener ningún cáncer. Por ejemplo, son muy importantes para la deteccion cancer de colon, aunque en su caso no esté en ningún grupo de riesgo, porque todavía es demasiado joven.

Yo no me considero un hipocondriaco, pero esto de los estudios de cribado me pareció muy interesante. Teniendo en cuenta que la mayoría de los cánceres no presentan síntomas hasta que la enfermedad está avanzada, es una buena forma de prevenir.  Y es que el gran drama del cáncer, además de su gravedad, es que es muy “silencioso” y, a menudo, cuanto te das cuenta, es demasiado tarde. Por eso la temprana deteccion cancer de colon es tan importante, por ejemplo.

Así es que no me parece, en absoluto, una locura que mi hermano asista a estos estudios de cribado. De hecho, le pregunté si le podía acompañar a la siguiente y accedió sin ningún problema. Yo quería conocer la clínica a la que está asistiendo. En el fondo, mi hermano sabía que yo estaba empezando a interesarme en serio por el tema. Y aunque no sea una cuestión agradable, él sintió una especie de satisfacción: como si, por fin, me hubiese logrado “contagiar” con el tema.