Lacados para muebles y puertas: técnica, durabilidad y resultados


¿Has paseado alguna vez por un taller de lacados A Coruña? Prepárate para convertirte en adicto a los reflejos suaves, el aroma a madera recién renovada y ese sonido casi meditativo que se produce mientras una pistola de aire distribuye una nube perfecta de esmalte sobre superficies aburridas que sueñan con un giro de 180 grados en su look. Si alguna vez tuviste una puerta que mirabas con resignación o un mueble al que la edad le había arrancado más gloria que un mal corte de pelo, sabrás a lo que me refiero. Lo cierto es que, a estas alturas, esconder muebles viejos detrás de cortinas o disimular arañazos con jarrones estratégicamente colocados es parte del pasado. 

Hoy cambiar la energía de una habitación es más fácil que sobrevivir a una ola de calor gallega: una mano magistral, conocimiento y una técnica que mezcla arte y tecnología, logran que madera y tablero parezcan recién salidos de un catálogo de tendencias. Y vaya si cambia el ambiente. El secreto pasa por una preparación meticulosa: limpiar, lijar, dar ese fondo que iguala y protege, para que el resultado destaque en lugar de deprimir. Hablamos de un meticuloso ritual donde la paciencia vuela entre capas y capas de materiales nobles y, sobre todo, de productos específicos que garantizan un acabado tan seductor como resistente al tiempo, las manos pegajosas de los niños y los móviles que siempre terminan cayendo donde menos deben.

En Galicia sabemos que la humedad pone a prueba lo impensable y por eso, los trabajos de lacados A Coruña han alcanzado una fama especial. No basta con pintar: aquí se requiere una destreza al alcance de pocos para conseguir superficies que resisten el clima del atlántico y la vida cotidiana en su mayor esplendor de caos. Y si te preocupa el estilo, tranquilo: el abanico va mucho más allá del blanco brillante. ¿Te gustan los tonos pastel para tu cabecero vintage? ¿Prefieres negro mate para esa puerta que separa tu hogar de la rutina? Todo es posible si lo encargas en el lugar adecuado, donde saben adaptar el producto y el proceso a la naturaleza de cada pieza.

Y que no te engañen: no es lo mismo una resina líquida cualquiera que un lacado profesional a pistola, el cual ofrece ese resultado uniforme, sin burbujas ni rayas, que transforma muebles de salón, cocinas y dormitorios en auténticas obras de arte funcionales. Por no hablar de la durabilidad: el secreto está en la superposición de capas y en los secados intermedios. Es más, hay quien dice que, con los cuidados apropiados, ese aparador de la tía abuela que rescataste del olvido podría sobrevivirte a ti y a tus futuras generaciones. No necesitas una bola de cristal, solo respeto por la técnica y una pizca de sentido del humor para aguantar el polvo del lijado.

El reto de dejar impolutos esos muebles o puertas que han visto pasar la vida implica conocer el equilibrio perfecto entre materiales y acabados. Porque no todo vale y tampoco cualquier brocha sirve; aquí hablamos de expertos que no temen ensuciarse las manos (pero nunca el resultado final). Sin importar el rincón o el presupuesto, se puede dar ese giro que todos los inmuebles merecen alguna vez en la vida y, con suerte, tú también te libras de la tentación de comprar nuevo cada vez que algo envejece. Y hablando de economía, reciclar y renovar gracias a este tipo de trabajos es siempre más ecológico (y menos doloroso para tu bolsillo) que tirar la casa por la ventana en unos grandes almacenes.

Por supuesto, los trucos del oficio no se desvelan fácilmente y pocas cosas hay tan satisfactorias como ver el reflejo de tu nuevo yo en la puerta recién acabada, preguntándote si de verdad eres tan ordenado como parece el mueble ahora. La satisfacción de renovar y personalizar tu espacio sin que se convierta en una odisea digna de reality show tiene mucho valor. Y si alguna vez te ves en la duda de si encargar un cambio de imagen a tus fieles piezas, recuerda que incluso los muebles más viejos merecen una segunda oportunidad y que no hay transformación más placentera que la que sucede delante de tus propios ojos con un lacado impecable. Así que la próxima vez que cruces el umbral de tu hogar, pasa la mano por esa puerta reluciente y di, con todo el orgullo del mundo, que tú sí sabes apreciar la diferencia.