Con sus quince kilómetros de anchura y el doble de longitud, la ría de Vigo es la más extensa de las Rías Baixas y alberga, lógicamente, multitud de islas, miradores y enclaves naturales. En su misma desembocadura se encuentra el archipiélago de las Cíes, que justifica en sí mismo una escapada turística a estas costas. Para quienes se preguntan en islas cíes que ver, playas como Rodas y Figueiras, los faros de A Porta y O Peito o el mirador de Alto do Príncipe son una buena respuesta.
Además de este conjunto isleño, en la ría de Vigo se mantienen en pie unas construcciones típicas llamadas «hórreos». Sobresale el de Vilaboa, erigido en el siglo dieciocho como parte de la iglesia de San Martiño. Su generosa longitud lo sitúa entre los hórreos más grandes del territorio, junto con sus homólogos de Araño y Poio.
Otro de los destinos estrella de esta ría gallega es el Cabo Home. Se sitúa en el extremo de la península del Morrazo y ofrece una de las panorámicas más impresionantes de la bahía. A pocos pasos de este promontorio, pueden visitarse playas como la de Melide o los faros de Subrido y Punta Robaleira o disfrutando de la amplia playa de Melide.
Las salinas de Ulló, en el nacimiento de la ría, son un pedacito de historia de Galicia. Se trata de un antiguo complejo de producción de sal del siglo diecisiete. Hoy constituye una visita obligada para el ecoturismo, al igual que la isla de San Simón, que comparte este doble interés —histórico y natural— y ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Por su parte, el monte de O Castro presume de ser uno de los iconos de la ciudad de Vigo. Su red de caminos es una invitación para los entusiastas del senderismo, mientras que los viajeros en busca de un selfie memorable no quedarán decepcionados.