De la taza al contrato: mi inesperada aventura en Pontevedra


Mudarse a una nueva ciudad siempre es una aventura llena de desafíos, y cuando me mudé a Pontevedra, no fue la excepción. Después de acomodarme en mi nuevo piso, me di cuenta de que el siguiente paso era encontrar un trabajo. Con mi experiencia en hostelería y una profunda afición por el café, pensé que encontrar un empleo en una de las muchas cafeterías de la ciudad sería pan comido. Pero lo que no esperaba era terminar trabajando en una empresa de maquinas para cafeterías en Pontevedra.

Todo comenzó una mañana lluviosa (como muchas en Galicia), cuando decidí explorar la ciudad en busca de empleo. Mi plan era sencillo: recorrer cafeterías, entregar currículums y, con un poco de suerte, conseguir un trabajo detrás de la barra en algún acogedor rincón de Pontevedra. Pero la vida, como suele ocurrir, tenía otros planes para mí.

La primera cafetería que encontré era un pequeño lugar con un aroma a café recién hecho que me atrapó de inmediato. Entré, saludé al barista y, mientras esperaba mi turno para entregar el currículum, no pude evitar notar que la máquina de café tenía un diseño espectacular. Era una de esas máquinas de última generación que no solo hacen un café perfecto, sino que también parecen obras de arte industrial.

Cuando finalmente me atendieron, entregué mi currículum y, mientras charlaba con el encargado, no pude contener mi curiosidad y le pregunté sobre la máquina de café. «Es una maravilla, ¿verdad?», dijo el encargado. «Viene de una de las mejores empresas de máquinas para cafeterías en Pontevedra. No solo son especialistas en tecnología de café, sino que también tienen un equipo de servicio técnico increíble. La verdad, si te apasiona el café, deberías conocerlos.»

La conversación tomó un giro inesperado cuando el encargado me sugirió que, en lugar de buscar trabajo en una cafetería, podría intentar unirme a la empresa que suministraba esas increíbles máquinas. La idea me intrigó. Después de todo, no todos los días tienes la oportunidad de trabajar con algo que realmente te apasiona y, además, en una empresa que aparentemente tenía un gran impacto en el mundo del café.

Decidido a explorar esta nueva posibilidad, busqué la dirección de la empresa y, al día siguiente, me presenté allí sin cita previa. ¿Qué podría perder? Me recibieron con una amabilidad que no esperaba. Al parecer, no muchos candidatos llegaban con una combinación de pasión por el café y experiencia en hostelería, así que, para mi sorpresa, me invitaron a pasar para conversar con el jefe de recursos humanos.

Lo que debía ser una breve conversación sobre posibles oportunidades de empleo se convirtió en una charla larga y entusiasta sobre mi amor por el café, mis experiencias anteriores y cómo imaginaba mi futuro en Pontevedra. Resulta que la empresa no solo buscaba técnicos especializados en máquinas para cafeterías en Pontevedra, sino también a alguien que pudiera servir de enlace entre los clientes (que solían ser cafeterías) y el equipo técnico. Alguien que pudiera entender las necesidades de los baristas y asegurarse de que las máquinas estuvieran siempre en perfectas condiciones.

Antes de darme cuenta, estaba recorriendo las instalaciones, aprendiendo sobre las máquinas, y hablando con el equipo técnico sobre las particularidades de cada modelo. Para mi sorpresa, me ofrecieron un contrato provisional de inmediato. Fue tan rápido y tan inesperado que apenas tuve tiempo de procesarlo. Un día estaba entregando currículums en cafeterías, y al siguiente, estaba trabajando en una empresa que se dedicaba a proveerlas con la tecnología que las hacía funcionar.

La vida en Pontevedra me había sorprendido con una oportunidad que nunca habría imaginado. Ahora, no solo disfrutaba del café, sino que también formaba parte del proceso que garantizaba que cada taza de café en la ciudad tuviera el sabor perfecto. Y aunque mi camino hacia este trabajo fue un tanto peculiar, no podría estar más contento con cómo resultaron las cosas. Trabajar en una empresa de máquinas para cafeterías en Pontevedra no solo me permitió conocer mejor el mundo del café, sino que también me dio la oportunidad de contribuir a la experiencia diaria de tantas personas en mi nueva ciudad.