El otro día me invitaron a jugar un partidillo con los amigos de un amigo de toda la vida, y a decir verdad hacía mucho tiempo que no jugaba como jugador ya que durante muchos años me dediqué a jugar de portero mayormente por no tener que correr y así aseguraba jugar por lo menos el partido completo. El caso es que me sentí bastante bien a pesar de estar un poco obeso, en esos momentos pensaba que podía haberme hecho una liposucción de bajo precio para por lo menos seguir corriendo como el resto de los que estaban jugando, pero a decir verdad cuando veía al resto me daba cuenta que no era yo el único al que le costaba respirar, el resto jadeaba sin aliento, algunos incluso con bastante más dificultad de la que deberían si van a jugar más a menudo que yo, ya querría ver la intensidad de esos partidos cuando no voy.
La cuestión es que me volvieron a meter el gusanillo en el cuerpo, yo que después de tener que pasar por el quirófano para operarme de una rodilla y pasar casi siete años sin tocar un balón, ahora me vuelven a tentar y el problema es que soy lo suficientemente tonto como para volver y tener mayores opciones todavía para volver a destrozarme la rodilla otra vez y a empezar desde cero.
Menos mal que sólo jugué porque no tenían gente entonces no me van a llamar ya que deberían ser gente de sobra para jugar sus partidillos, pero visto lo visto van a necesitar por lo menos unos cambios, ya que no somos especialmente jóvenes ya y el que más o el que menos tiene alguna lesión antigua que le limita bastante a la hora de terminar los partidos, incluso hay alguno que ya juega de portero porque correr ya ni tan siquiera puede.
Todo esto de ir a jugar me recordó mucho cuando iba a jugar partidos a otros colegios con el equipo que tenía con mis compañeros de clase del colegio, ya que entre los que fuimos a jugar unos cuantos somos amigos desde el colegio.