Además de ser el más extenso, la piel es uno de los órganos más vulnerables del cuerpo humano. Infinidad de enfermedades cutáneas lo amenazan. Y para entenderlo, no es necesario acudir a las más insólitas, como la neurofibromatosis, el síndrome de Cushing o la epidermolisis bullosa (que afecta a 5 de cada 10 mil personas), pues el cuadro de dolencias comunes representa un peligro suficiente para la población joven y adulta.
Para cualquier especialista dermatologia medica quirurgica, una de las enfermedades con mayor incidencia es la dermatitis atópica. Este eczema afecta a manos, pies y rostro y se caracteriza por la sensación de picor, sequedad y piel escamosa. Pese a desconocerse su origen, se cree que está asociado con el sistema inmunológico y la genética.
Más común en los sectores adolescentes de la población es el acné, presente en 8 de cada 10 hombres y mujeres de entre 11 y 30 años. Su sintomatología es consabida: granos, manchas y erupciones de la piel, que derivan en pústulas y quistes en caso de no tratarse adecuadamente.
Otra dolencia que los dermatólogos tratan habitualmente es la psoriasis. Esta afección cutánea se presenta en forma de irritaciones, sequedad extrema y rojeces en la piel y está causada por un ciclo de vida celular inusualmente corto. Por desgracia para los afectados, la psoriasis es crónica e incurable, de manera que sólo puede someterse a tratamiento para mitigar sus efectos.
Por otra parte, al menos el 3% de la población padece vitíligo, enfermedad caracterizada por la pérdida de color de la piel en el rostro y las extremidades y que se manifiesta por la aparición de manchas blancas de dimensiones variables. Su causa única es un funcionamiento irregular de las células denominadas melanocitos, responsables de la producción de melanina que marca el color de la piel y el cuero cabelludo. Por esta razón, el vitíligo acelera también la canicie.